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Mostrando entradas de junio, 2012

Mejor que la peor de las sorpresas

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Al que todo lo espera, no le sorprende nada: ni vendedores de humo ni agitadores de calma. Ni lujo embotellado vendido al mejor postor, ni defectos camuflados, ni los desperfectos del amor. Ni vergonzosas actuaciones, ni farsas de un solo acto; Ni el personaje que no es persona, ni el que alardea de falta de tacto. Ni perros ladradores ni entes oportunistas; ni los que están y desaparecen sin dejar rastro ni pista. Ni palabras, ni silencios; ante todo permanece impasible. Ni odio, ni indiferencia, ni amor; incrédulo de lo imposible. "No necesito a nadie como tú, que se acerca de buenas y me rompe las piernas mientras me desea buena salud."

En una noche cualquiera

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Nueva York. 11 a.m. Bebo un vaso de agua tras otro, intentando calmar el sabor amargo que inunda mi boca. Al otro lado de la ventana, la lluvia cae sin descanso y la niebla apenas permite distinguir sombras y siluetas. Niebla tan densa como la que ocupa mi memoria, que intenta sin demasiado éxito reconstruir la noche de ayer.  Y entonces aparece en mi mente ese bar que me recordó al MacLaren's. Y pienso qué hacía una chica como yo en un sitio como ese. Y me acuerdo de aquella sonrisa. Y de aquella chaqueta napoleónica. Y de sus zapatos ingleses. Y de aquella competición en cuenta ajena. Y de los rayos de sol reflejándose en la persiana que cerraba el bar. Y de la lluvia que protegía al sol. Y de su paraguas que me protegía a mí. Y de su "I'll call you". Y de cómo me lo creí... ¿La verdad? No sé si la noche de ayer fue lluviosa en Nueva York. No sé si en el cruce de la 5ª con la 23ª una chica se encaprichó de la elegancia de un Frank Sinatra. Ni siquiera sé cómo v

Sin anillo ni contrato

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Sorprende encontrar abrazos que no incomodan; sonrisas no forzadas y despistes que enamoran. Porque hay personas que no necesitan accesorios, que irradian naturalidad sin tapujos ni envoltorios. Leves manchas de elegancia en la camisa, conversaciones que fluyen sin ninguna prisa. Amantes de la melomanía y otros vicios baratos, de caras que fingen no haber roto un plato. Brindar por esa filosofía del día a día, de estar en otras vidas conservando la mía. Respetar tiempos, respetar espacios; suplicar al reloj que vaya más despacio. Pequeñas particularidades, minúsculos detalles que hacen que cuerdos como yo sonrían por la calle. Hablo del encanto innato, inseguro novato, que no necesita para ser feliz ni anillo ni contrato . "Gente que se cruza para no volverse a ver; amigos que se alejan y desaparecen; amores transitorios como el cuarto de un hotel y otros que se quedan para siempre."

Jugar con fuego

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Andamos ciegos y a tientas; nos enfriamos por dentro y nos creemos de hielo. Y para solucionarlo, buscamos el calor y la luz del fuego. Pero somos exigentes y no nos vale cualquier fuego; queremos un fuego que prenda rápido y dure mucho, que no contamine, que no absorba toda nuestra atención, que desprenda olor a hogar... Podemos optar por aquella vieja caja de cerillas, en cuyo interior apenas queda un fósforo. La última cerilla que nos resistimos a utilizar y que conservamos sin saber muy bien para qué. Cerilla que usamos más por costumbre que por otra cosa, que nos quema mientras se consume,  que amenaza con no dejar rastro ni huella. Existen otras personas, más racionales, que prefieren los mecheros. Los mecheros, al mismo tiempo que ofrecen la luz y el calor de su fuego, se dejan abrazar, sostener; podríamos decir que se dejan querer. Solo necesitan un poco de gas, un aliento de confianza, para ofrecer todo lo que tienen. Vendrán también otros más "originales" que

Tiempos del ayer

Tras la ausencia de entradas durante unos días, volvemos a la carga con más y mejor. "Modo aleatorio" tiene el lujo de contar con un excepcional colaborador para la ocasión. Con el mazo dando, Lago, máximo responsable de Ravioli Festival. Su visión de la famiglia en un gran discurso. “La verdad siempre resplandece al final, cuando ya se ha ido todo el mundo” dijo una vez Julio Cerón. Por eso siempre he sido muy prudente a la hora de hablar de Famiglia y toda esa parafernalia. Esta larga travesía toca a su fin y ahora es momento de despedidas, de llantos cargados de emoción y de tímidos adioses rebosantes de cariño. Nos despedimos después de muchos años y experiencias vividas juntos. Es hora de romper esa burbuja en la que hemos vivido todos estos años. Una burbuja muy cálida y segura, una burbuja que nos protegía de todo y nos resguardaba de cualquier peligro. Algunos caerán de esas burbuja de pie, otros de cabeza, lo único seguro es que el golpe nos lo llevaremos todos.