Aún queda mucho para los 19

"Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó Kammirr, a lo lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había árboles, pájaros y flores preciosas. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada. Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió a la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar entre los árboles. Sobre una de las piedras leyó una inscripción … “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra era una lápida. Sintió una profunda pena al pensar que un niño de tan corta edad estuviera enterrado allí. Mirando a su alrededor el hombre se percató que la lápida de al lado contenía otra inscripción. Se acercó a leerla. Decía “Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Aquel bellísimo lugar era una cementerio, y todas las lápidas tenían inscripciones similares. El hombre que más había vivido apenas sobrepasaba los 11 años. Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó. Le vió llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No ningún familiar –dijo el buscador- ¿Qué pasa en este pueblo?, ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente?
El anciano sonrió y dijo: - Puede usted serenarse, no hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple 15 años sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí, y cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que fue lo disfrutado … y a la derecha cuánto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana, dos, tres? … Y después … la emoción del primer beso, ¿Cuánto duro?, ¿el minuto y medio del beso? ¿dos días? …¿una semana? … ¿y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? … ¿y el casamiento de los amigos…?, ¿y el viaje más deseado…? ¿y el embarazo y nacimiento de los hijos? … ¿y el viaje más deseado…?, ¿y el encuentro con un amigo verdadero? ¿Cuánto duraron aquellas vivencias? … ¿horas?, ¿días? … Así vamos anotando en la libreta cada unos de esos momentos. Cuando alguien se muere es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido."

Cuentos para pensar - Jorge Bucay

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