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Mostrando entradas de junio, 2013

Hay tabúes, hay besos... (III)

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No hay partidas guardadas ni comodines ni marcha atrás, ni porqués para quedarse, ni tal vez ni quizás .  No hay corsés que opriman ni compromisos que aten, ni pupilas que supliquen perdón, ni amores que maten.  No hay coartadas que nos separen ni pisadas en los bailes, ni juego en el que perdamos, ni castillos en el aire. No hay demoras, no hay retrasos ni excusas ni pretextos. Somos nosotros , es aquí , es ahora , nunca habrá mejor contexto. ¿Por qué echas mano de la decepción? ¿Para qué nos miramos si no nos vemos? Teníamos todo sin tener nada y mira lo que hoy tenemos. Hay oportunidades que no llegan y razones insuficientes; hay reproches irrefutables y habitaciones independientes. Hay un usted donde había un tú y una distancia donde no había nada; hay alguien que llega siempre tarde, hay apatía y hay desgana. Hay algo que llaman justicia, que es de todo menos poética,  hay almohadas que recogen lágrimas, hay cinismo y falta de ética. Hay

Basta ver el reflejo de tus ojos en los míos (II)

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Retomando una vieja historia... Cómo me gustaba verte desfilar al filo de la navaja y sacarte de apuros, aunque en escasas ocasiones supe cobrarte mis favores. - " Quid pro quo , ya sabes; hoy por ti y mañana por mí." Pero tú hacías oídos sordos. Siempre pensaste que eso de la reciprocidad era una idea de locos y parecía que te gustaban más las proporciones asimétricas en esto de dar y recibir ayuda. Que yo sí pero tú no, que mejor mañana, que la prisa es mala consejera... Eras el perfecto héroe épico: noble y luchador, firme en tus ideas, defensor de la justicia... pero con una visión distorsionada del mundo. Te convenciste de que había un complot para acabar con tu suerte, una alianza del universo y los astros en tu contra, una conspiración de todo el planeta para borrarte del mapa... No supiste aceptar que el problema nació por no saber jugar tus cartas o por jugar con la pareja equivocada. Y como todo héroe, tenías tu talón de Aquiles: nunca supiste irte. Lo intenta

Cada vez más tú y cada vez más yo

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Comprendí que la cordura está sobrevalorada, que los cordones están mejor desatados y las caderas, en movimiento. Caminé tras de ti, ataviado con tu cazadora vintage, mientras cocinaba todas las recetas para  conquistarte. Consentí que me miraras sin verme, que me clavaras la mirada para conseguir mis favores, que me calaras de alcohol solo con tu aliento. Cedí a tus  caprichos, te eché uno y mil cables, te convertí en el culpable de lo utópico de mis proyectos.  Cinco minutos bastaron para  caer en la cuenta de que no fueron las circunstancias, sino tus ojos callados, los que me  cazaron de improviso. Concluí el plazo de indultos   cansada de círculos viciosos, de la ceguera del que no quiere ver, de atar cabos sueltos a tu alrededor, de pagar tu caché, de tener que  concertar cita  cada vez que quería verte.  "Soñar no cuesta nada más que tiempo."

Crónica de un concierto improvisado

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__________________________                             - Escribir un libro        - Plantar un árbol         - Ir solo a un concierto    - Tener un hijo           __________________________ "La mayoría de los días del año no tienen nada de especial, comienzan y acaban sin dejarnos recuerdos perdurables en la memoria, la mayoría de los días no tienen ningún impacto sobre el transcurso de la vida." El 23 de junio, era domingo... Domingo sin lluvia en Asturias, de los que prestan. Domingo de San Juan en Gijón. Domingo de fiestas y excesos. Domingo de ALSA a las 6:30 a.m. Domingo de concierto de Andrés Suárez. Domingo   de no me importa donde vayas .               de saber que sí, que el que la recoge en moto sin casco es un cabrón,                        pero a quién no le ha enamorado nunca un cabrón de esos.               de me da igual si llevas puesto eso que te quedaba tan bien .               de orbayo en los ojos al entender "Rosa y Manuel&quo

Pero cómo explicar que se vuelve vulgar al bajarse de cada escenario

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Lo conocí en un convite, un dandi de los que ya no quedan. Destilaba elegancia por los cuatro costados, llevaba monóculo y chistera. Guardaba su pitillera de oro blanco tras los galones de la pernera y lucía, en vez de corbata, anudado un pañuelo de seda. En su chaleco de piqué marfil escondía una petaca de plata y la reacción que provocaba en las damas era de traca. En el bolsillo de su levita asomaba un blanco pañuelo, y andaba por la vida como un niño con zapatos nuevos. Conseguía con una mirada lo que otros ni con mil halagos. Me mataba guiño a guiño, con cuentagotas, sin reparos. Pero al cruzar la puerta de salida como cenicienta a medianoche cambiaba el disfraz de gentleman y solo conservaba el bigote. "Tengo un trabajo de siete a seis, soy autómata en un taller, pero llego a mi piso y me ilustro muy bien con Pasolini y con Molière. Libertinaje con libertad siempre trato de no confundir, pero el vino francés y la nouvelle cuisine

Una mezcla de amor y de casualidad (I)

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Apareciste por casualidad, por un azar adulterado, como aparecen todas las historias de amor. Nos cruzamos como dos trenes en vías contiguas, apenas reconocibles tras el humo de la combustión. Sin saberlo, viajábamos al mismo destino; sin quererlo, en sentidos contrarios. Envuelto en un halo de misterio, cargando con lo puesto menos un botón , desesperado cual filósofo por encontrar la verdad, liberado de todas las cargas que te había puesto la vida...  prometías ser todo lo que nunca supe que siempre quise.  Nos vimos al fin cara a cara, frente a frente , pero sin bajar la mirada. Aquel mismo día, huyendo de las multitudes nos encontramos al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa . Me contaste tus primeras nobles mentiras y tus primeras verdades como dagas, provocaste mi sonrisa, rompiste mis esquemas, mejoraste mis gastadas relaciones con la diosa Fortuna y comenzaste a mezclar mis "quiero" con mis "debo". Pronto tu falsa historia se derrumbó co

Y aún arde Madrid en mi memoria

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Odio como tus Cuatro Torres me miran por encima del hombro y también tu cielo sin mar. No soporto que me sometas a tus horarios  ni que me hagas medir la distancia en paradas de metro. Aborrezco los tiempos compuestos que usas y que el asfalto de la Castellana ardiendo dé rienda suelta a mis pensamientos. Me repugna tanto tu vanidad que haría pequeña tu Gran Vía. Odio darme de bruces con tu figura castiza y que pases de largo. Odio que me asaltes con propaganda en las calles,  pero más aún que yo misma te haga publicidad. Odio que estés tan cerca y que no me hayas invitado a descubrir tus rincones, "pero sobre todo odio no poder odiarte, porque no te odio, ni siquiera un poco, nada en absoluto".