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Mostrando entradas de 2014

Soy jardinero de mis dilemas (XI)

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Teníamos asientos reservados en primera fila. Pudimos ver al resto de invitados largarse y dejarnos solos de una vez. Cerramos la puerta con llave, para dejar claro que no teníamos nada más que contarles ni ofrecerles. Te miré y agachaste la mirada. Después fuiste tú el que me miró mientras mis ojos recorrían la alfombra. A la tercera fue la vencida y parece que por fin coincidieron nuestras trayectorias, aunque no sé si yo era la que miraba o la que se dejaba mirar. Aun con la luz apagada habrías notado que algo me sacudía por dentro, que mi imprudencia y mis descuidos eran síntoma de que algo no iba como debería o como yo quería que fuera. Dando palos de ciego, trataste de descubrir dónde guardaba las lágrimas que no dejaba escapar. Me ayudaste a mantener la calma, aunque solo fuera con el roce de las yemas de tus dedos, manteniendo las distancias que nos permitían ir y volver sin hacer ruido ni hacernos daño. Siempre tuvimos esa forma tan peculiar de querernos. Nos hemos visto e

Lo que pensé y no dije

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Recuerda que no hay compromiso mayor que el que tienes contigo mismo. Que si te buscas, aunque no te encuentres, descubrirás que tienes una sonrisa tras los labios, un brillo reconfortante en la mirada e infinitas posibilidades entre los dedos. Que si dejas a un lado los cánones, te sorprenderás al ver que tu tipo no encaja con ningún prototipo pero es mejor que cualquiera de ellos. Resulta que hay algo que nunca sabremos hasta que dejemos de saber, hasta que empecemos a sentir. Cuando sean las intuiciones y no los conocimientos los que condicionen nuestra toma de decisiones no nos quedaremos con las ganas de nada. Cuando seamos vulnerables y sepamos por dónde van los tiros, aunque seamos incapaces de saber dónde están las heridas de bala. Cuando no consigamos aliviar el dolor propio ni ajeno, pero podamos olvidarlo por momentos.                                                                                  (Liniers) Grábate que no hay competencia más exigente que tú mismo n

El amor en los tiempos de la corrupción

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Acabemos con esto cuanto antes. Asumamos que se nos corrompió el amor de tanto usarlo . Evitemos juicios y declaraciones que no llevan a ninguna parte. Busquemos vacíos legales y excusas que demuestren nuestra inocencia a los ojos de la gente. Devolvamos todos y cada uno de los besos robados. Pidamos un crédito si es necesario para no dejar pendiente ninguna deuda afectiva. Borremos cualquier rastro de los paraísos fiscales donde escondimos nuestro amor . Anulemos las tarjetas de San Valentín y expliquemos con lujo de detalles para qué y bajo qué circunstancias fueron utilizadas. Renunciemos al puesto que ocupábamos el uno en la vida del otro y tiremos de agenda para encontrar otro lugar.     Dejaré que seas tú el que dé las explicaciones, para borrar cualquier mancha de sospecha sobre mí. Te harás el loco cuando te pregunten por los pagos en negro, pues lo verdaderamente negro es nuestro futuro juntos. ¿Comisiones? Eres un experto en comisuras y en vacaciones en Comiso, pero nada

Más o menos igual

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Llevo ya inventadas más soluciones que problemas y tengo cuentas no saldadas por consumir más tragos que penas. Están mis oídos heridos por tantas ausencias como excusas y mis poemas, celosos perdidos por ser tantos como musas. Si se trata de vivir, más resurrecciones que últimas cenas para brindar, para decidir con menos guión y más escenas. Si pretendes acertar, menos intuición que aprendizaje y si te duele la mentira, menos ojos con vendajes. No es que te culpe por tener más insomnios que lunas llenas. A tu lado más es menos y más largas son las condenas. "Los andenes son todo despedidas, tu nombre ya no está en el diccionario."

A veces sol, a veces bruma

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A veces adolezco de adolescencia y te doy dos de cal por media de arena. Agoto hasta tu última gota de paciencia y por cualquier tontería me hierven las venas. No soy capaz de retirarme a tiempo y acumulo derrotas por incomparecencia. Lleno mis horas con cualquier pasatiempo que no me recuerde el color de tu ausencia. Reniego de los ciegos que no quieren mirar y de las mentes cerradas en banda. Pongo las manos en el fuego por quien no me va a fallar, me rasco los bolsillos e invito a otra tanda. Me cuelgo de nuevo de Murphy y su ley, que me susurra "Engánchate conmigo" . Me cuelgo de tu nuez, de tu porte de rey, de cada vez que repites "seamos amigos" . Recuerdo tu rostro de humo y tu sonrisa peinada en ese estado que ni es sueño ni es vigilia. Afónica de tus besos, acertadamente equivocada, intento formar parte de tu lista de filias. Aunque a veces, en noches de tormenta, haya quien intente culparos por los rayos, no hagáis caso a ninguna

Era el tiempo de cada cosa a su tiempo (X)

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De un tiempo a esta parte solo te pido eso: tiempo. Tiempo porque las cosas no son lo que parecían y necesito que me ayudes a descubrir dónde termina el escenario de este teatro que es mi vida y dónde empieza el patio de butacas. Ese tiempo que borra nuestras huellas para que no deshagamos lo andado, para que no volvamos sobre nuestros pasos, para que asumamos que agua pasada no mueve molino . Unos segundos para mirarnos frente a frente, con las manos abiertas y la verdad escurriéndose entre nuestros dedos. Unos minutos para silbar mi canción favorita y bailarla contigo en la habitación 55. Unas horas de espera hasta que llegues y salga a recibirte con las ganas tatuadas en la piel. Y también días, meses, años y toda una vida… todo para llegar a entender tus para siempre .   Mientras nuestro siempre se demora, me tiendes la mano para acercarme a la poesía en su justa medida y a la desmedida justicia poética. Me sigue también con sed de justicia el hombre del traje gri

Y quiéreme después. Sigue queriéndome.

P erdóname  si por compromiso me hice la idiota, si quise siempre dar la nota, si nunca te dije que me tienes rota, si tuve pánico a la derrota, si jugué a dejarte con la palabra en la boca, si me justifiqué con un "es lo que toca". Olvida que jugué por jugar, porque la vida es un recreo, que me invitaste a beber y me bebí hasta los trofeos, que te canté al oído sin saber solfeo, que prometí quedarme y desaparecí en un pestañeo, que te conocí en la barra y te desconocí en el Leteo. Quiéreme cuando no nos separen franjas horarias ni aviones, cuando las tildes se tuerzan y no aprendan lecciones, cuando yo sea una entre tantas opciones, cuando en el muelle de la bahía suenen nuestras canciones. Recuerda que a veces uno y uno suman cero, que no lo esperas, pero te espero, que aunque no quiera, te quiero. Quiéreme

Cuando al punto final [...] no le quedan dos puntos suspensivos

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Amanecimos con la ropa del día anterior, pero con la mitad de lucidez. El botonier caído de la solapa, las perlas del collar repartidas por el suelo de la habitación, el discurso en la papelera... Nada estaba ya en su sitio, pero tampoco nosotros lo estábamos.  Salimos a la azotea con un par de vasos de agua con hielo y una vieja manta de cuadros. El sol comenzaba a colorear los tejados de pizarra pero no se llevaba el frío. Entre trago y trago, prometimos no volver a beber ni a decir la verdad. Nunca. Bajo ninguna condición. -¡Qué obsesión tienen todos por saber la verdad! - gritaste mientras vaciabas tus bolsillos en busca del último cigarrillo -. Siempre he intentado ser sincero y mira dónde me ha llevado. Todavía estoy recogiendo los pedazos que me quedan, tratando de llevarlos a algún lado, de llevarme a mí mismo a algún sitio. Ni siquiera.. - No seas exagerado - te interrumpí -. No son las mejores vistas de la ciudad, pero tampoco están mal. ¿Tan deprimente te parece este pl

Ocupamos los dos la misma jaula y nada más

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No me frenes con excusas ni me des una de cal y otra de arena. No culpes de todo a las musas, ellas no son las que envenenan. No justifiques la mendacidad como remedio para evitar el daño. Prefiero pelearme con la verdad, que el dolor ya se irá con los años. No intentes hacerme bajar de este tejado de cinc que arde. Mis razones no las vas a cambiar y para apelar al corazón ya es tarde. Aun predecible, sé tú mismo, con tu mirada agridulce y tu sabor añejo, con combustible para saltar el abismo que separa los dos lados del espejo. Deja libres las indómitas pasiones que un día desataron mi corsé y que hoy, mientras desatas otros cordones, se duermen como un lunes sin café. Deja que la felicidad ajena te sirva hoy de consuelo. Si hay sonrisa, no hay pena y si no hay pena, nunca hay duelo. "-¿Qué ganarás?  ¿Cuál puede ser la victoria de una gata en un tejado de zinc caliente? -Seguramente continuar en él mientras lo resista."

Hay cosas para las que no se está nunca preparado (IX)

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Retomemos la historia justo donde la dejamos, en el punto de inflexión. En ese momento en el que comenzamos a fijarnos en lo que teníamos en común y dejamos a un lado todo tipo de convenciones sociales y etiquetas. Apareciste de improviso, pero no me importó en absoluto. Me convertiste en tu confidente y coartada, en la chica de la mirada esquiva en el suelo, la del rubor en las orejas, la de la sonrisa de imbécil, la de los dedos que se entrelazaban con los tuyos cuando caminábamos uno al lado del otro sin mirarnos...  Perdiste la fe en la justicia y te volviste devoto de los ajustes de cuentas. Buscaste la verdad por todos los rincones. La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Pero en ningún momento te paraste a pensar que la verdad es cara, que siempre sale a pagar y, entre pagos y apuestas, te convertiste en el nuevo gallo de aquel corral clandestino. En cada puño liberabas una dosis de rabia, dejándote llevar por la inercia, mientras los golpes de uno y otro brazo s

No juegues conmigo tus bailes de salón (VIII)

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Aquel día estábamos aún en el centro del huracán, en una aparente calma mientras el mundo amenazaba con derrumbarse a nuestro alrededor. Solías acercarte por detrás cuando me sentaba a escribir y me contabas las 9012 nuevas ideas que te iban a hacer rico de un día para otro. Me repetías una y otra vez que habías sentado la cabeza y yo siempre te devolvía una carcajada y una mirada incrédula. Aunque el temporal fuera la pesadilla de todos más allá de nuestro pequeño espacio, nosotros disfrutábamos de las pequeñas descargas de electricidad que nos erizaban la piel, de los cielos encapotados, de la lluvia de sueños… Tal vez porque sabíamos que a esta tormenta no le iba a seguir la calma. Presentíamos  que el azul no volvería al cielo; que el silencio sería enemigo y no cómplice; que pronto estaríamos en el punto de mira de una nueva fatalidad; que algo agitaría nuestra perfecta tranquilidad en forma de incertidumbre: la de no saber si te irías para siempre o para volver a volver (que

No estamos creyendo que esto aguante

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Hicimos fallas de grietas y obsesiones de metas. Convertimos el placer de viajar en el estrés de hacer y deshacer maletas. Nos dejamos arrastrar por los meses, manejar como reses. Fuimos víctimas resignadas de conflictos de intereses. Fuimos los necios que confundieron el valor y el precio, la libertad y el libertinaje, el amor y  el aprecio. Nos enganchamos al doble rasero. Culpamos de todo a la cuesta de Enero. Nos volvimos adictos a las excusas y los peros. Matamos al mensajero a sangre fría y a las convicciones con alevosía. Estuvimos ciegos por no querer mirar más allá de lo que nuestra sombra cubría. Cambiamos al cambiar de traje, adornamos mentiras con encaje. No supimos controlar los modos, los medios, lo que envuelve al mensaje. Impusimos nuestras costumbres, solos entre la muchedumbre. Creímos que suponer era saber y no era más que incertidumbre. No supimos encajar nuestras victorias ni saborear la dulzura de la gloria. Estuvimos siempre a