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Mostrando entradas de junio, 2014

Y quiéreme después. Sigue queriéndome.

P erdóname  si por compromiso me hice la idiota, si quise siempre dar la nota, si nunca te dije que me tienes rota, si tuve pánico a la derrota, si jugué a dejarte con la palabra en la boca, si me justifiqué con un "es lo que toca". Olvida que jugué por jugar, porque la vida es un recreo, que me invitaste a beber y me bebí hasta los trofeos, que te canté al oído sin saber solfeo, que prometí quedarme y desaparecí en un pestañeo, que te conocí en la barra y te desconocí en el Leteo. Quiéreme cuando no nos separen franjas horarias ni aviones, cuando las tildes se tuerzan y no aprendan lecciones, cuando yo sea una entre tantas opciones, cuando en el muelle de la bahía suenen nuestras canciones. Recuerda que a veces uno y uno suman cero, que no lo esperas, pero te espero, que aunque no quiera, te quiero. Quiéreme

Cuando al punto final [...] no le quedan dos puntos suspensivos

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Amanecimos con la ropa del día anterior, pero con la mitad de lucidez. El botonier caído de la solapa, las perlas del collar repartidas por el suelo de la habitación, el discurso en la papelera... Nada estaba ya en su sitio, pero tampoco nosotros lo estábamos.  Salimos a la azotea con un par de vasos de agua con hielo y una vieja manta de cuadros. El sol comenzaba a colorear los tejados de pizarra pero no se llevaba el frío. Entre trago y trago, prometimos no volver a beber ni a decir la verdad. Nunca. Bajo ninguna condición. -¡Qué obsesión tienen todos por saber la verdad! - gritaste mientras vaciabas tus bolsillos en busca del último cigarrillo -. Siempre he intentado ser sincero y mira dónde me ha llevado. Todavía estoy recogiendo los pedazos que me quedan, tratando de llevarlos a algún lado, de llevarme a mí mismo a algún sitio. Ni siquiera.. - No seas exagerado - te interrumpí -. No son las mejores vistas de la ciudad, pero tampoco están mal. ¿Tan deprimente te parece este pl

Ocupamos los dos la misma jaula y nada más

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No me frenes con excusas ni me des una de cal y otra de arena. No culpes de todo a las musas, ellas no son las que envenenan. No justifiques la mendacidad como remedio para evitar el daño. Prefiero pelearme con la verdad, que el dolor ya se irá con los años. No intentes hacerme bajar de este tejado de cinc que arde. Mis razones no las vas a cambiar y para apelar al corazón ya es tarde. Aun predecible, sé tú mismo, con tu mirada agridulce y tu sabor añejo, con combustible para saltar el abismo que separa los dos lados del espejo. Deja libres las indómitas pasiones que un día desataron mi corsé y que hoy, mientras desatas otros cordones, se duermen como un lunes sin café. Deja que la felicidad ajena te sirva hoy de consuelo. Si hay sonrisa, no hay pena y si no hay pena, nunca hay duelo. "-¿Qué ganarás?  ¿Cuál puede ser la victoria de una gata en un tejado de zinc caliente? -Seguramente continuar en él mientras lo resista."

Hay cosas para las que no se está nunca preparado (IX)

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Retomemos la historia justo donde la dejamos, en el punto de inflexión. En ese momento en el que comenzamos a fijarnos en lo que teníamos en común y dejamos a un lado todo tipo de convenciones sociales y etiquetas. Apareciste de improviso, pero no me importó en absoluto. Me convertiste en tu confidente y coartada, en la chica de la mirada esquiva en el suelo, la del rubor en las orejas, la de la sonrisa de imbécil, la de los dedos que se entrelazaban con los tuyos cuando caminábamos uno al lado del otro sin mirarnos...  Perdiste la fe en la justicia y te volviste devoto de los ajustes de cuentas. Buscaste la verdad por todos los rincones. La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Pero en ningún momento te paraste a pensar que la verdad es cara, que siempre sale a pagar y, entre pagos y apuestas, te convertiste en el nuevo gallo de aquel corral clandestino. En cada puño liberabas una dosis de rabia, dejándote llevar por la inercia, mientras los golpes de uno y otro brazo s