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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Abrió una tarde aquella caja de pandora (XIII)

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Tuvo que ser un desconocido el que rescatara de nuevo nuestra historia. Me dijo las cuatro cosas típicas que yo nunca me había atrevido a decirte, sin más. Las dijo y desapareció, sin saber que había abierto de golpe y porrazo nuestra caja de pandora. Releyó en voz alta nuestra historia, esa que otros callan. La de los restos de amor marchitos en corazones ajenos. La de las guerras de miradas. La que nos tenía contra las cuerdas. La de tu nombre y sus espinas. Aquella en la que los silencios solo son ese lapso de tiempo en el que nos atrevemos a decir la verdad. Me dijo que enamorarse no debería de ser nunca un error y venían a mi cabeza todas las mentiras que no quise ni quiero juzgar. Pero también recordé aquellos momentos en que dejabas en pausa tus obligaciones para hacerme reír a carcajadas. O cómo te convertiste en un experto en desaparecer, aunque ni tú ni yo tuviéramos la culpa. Y me asaltaron los monstruos del deber, las alianzas enemigas,

Los ayeres

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Sorpréndete cuando ya no duelan errores pasados ni heridas abiertas. Olvídate de esas alas que no vuelan y sal a llenar las miradas desiertas. Deja a un lado esa vida ejemplar, quítate la inercia del egoísmo. No confundas ver con mirar, que verte y mirarte no son lo mismo. Haz de tus defectos virtudes y no impongas tu relevancia. Cuenta conmigo cuando dudes y seas víctima de las circunstancias. Cuélgate de mi cintura, llévame a ver otros fuegos. Sé la mecha de locura que me haga entrar en el juego. Yo seguiré así, previsible, confundiendo puertas y espejos. A ratos férrea, a ratos susceptible, a veces verdad y otras solo un reflejo. Atrapada en el punto medio, a caballo entre el cielo y el infierno, buscando algún remedio para no padecer de invierno. Que no seré la chica de ayer ni tú serás Antonio Vega. Que tú no lo quieres ver pero yo no estoy tan ciega. "Cada pueblo, cada puente, cada cruce me ha enseñado que con hoy es suficiente y mañana e