Tu historia es tan antigua como las reglas del juego (XV)
La verdad puede resultar
insoportable, pero aun así nos empeñamos en buscar las respuestas. Tú me
acompañas y me sostienes cuando acabo postrándome ante la realidad tras el
duelo, incapaz de mantenerme en pie. Siempre sabes aparecer cuando necesito a
alguien y no me basta cualquiera; cuando quiero estar sola, pero sola contigo;
cuando, por favor, solo quiero tus favores.
Me asusta el riesgo que corres al
salvarme porque sé que danzarías por el filo del cuchillo y te dejarías caer
sin más colchón que una pluma. Pero me asusta aún más el riesgo de querernos a
pesar de todo y pretender vivir de nuestras buenas intenciones. Nadie quiso
creernos y plantaron muros a cada caso que avanzamos, frustrando nuestros
intentos baratos de salvación. No nos dejaron buscarnos ni encontrarnos, pero
supimos esperar y escapar de más de una encrucijada.
Guardas un as en la manga, un
giro en el guión, un cambio de perspectiva que consigue hacerme entrar en razón.
Hace tiempo que renunciaste a quitármela, aunque sabías de sobra que no me
pertenecía. Me convenciste cuando dejaste al aire tus cicatrices mientras yo
prometía no mirar. No miré, pero pude ver y pude perderme en las líneas de tu
espalda. Repasando tus centímetros aprendí que los delitos menores son los que
se hacen por amor.
Siempre fuiste fiel a tus
convicciones. Nunca venderías a los tuyos ni traicionarías tus principios, pero
ese es un equilibrio difícil de conseguir. Por eso me mientes, me dices que quieres
estar solo y pretendes que siga adelante como si todo estuviera bien. Tus
palabras me cortan como dagas de hielo y te envuelves en ese caparazón de
lágrimas secas al que nadie tiene acceso. Verte llorar ríos de sangre me
destroza cada nervio y daría cada día de mi vida de siempre por recuperar un
minuto de mi vida contigo.
Si tu sentido del deber ha
vencido a tu sentido del amor, te lo pediré solo una vez: no vuelvas, no te
acerques, no me hables como si nada hubiera pasado. No quiero que disimules ni
luches batallas perdidas de antemano, así que corre y márchate. Aunque te
lleves un trozo de mí y derrame lágrimas por quien no lo merece; aunque no
pueda conciliar el sueño intentando identificar el momento en el que lo arruiné
todo.
Lo cierto es que no lo sé. No sé
cuándo empezamos a caer. No sé cómo he acabado en los brazos de otro a quién no
voy a poder querer ni una décima parte de lo que te quería cuando te dije que
te odiaba. No sé cómo encontrar la ocasión para decirte que sí, que gracias,
que lo siento, que te quiero. Desearía que sobraran las palabras y fueras capaz
de leer en mi mirada esta renuncia a todo lo que tengo por recuperar todo lo
que fui.
Mientras tanto, sigues ocupando
mis sueños y rescatándome en mis pesadillas. A mis ojos, cualquier aspirante
resulta patético a tu lado. A ojos del mundo, no eres más que un héroe caído
cuya victoria permanece en la sombra sin medalla ni reconocimiento. - A pesar
de que no le quiera, todavía ocupa un lugar importante en mi vida y me gustaría
creer en él - . Pero tú sacas punta a mis palabras y sabes leer la
imposibilidad de fenómeno que se esconde tras mis adverbios y condicionales.
Han pasado noches y lunas llenas.
Hemos seguido viviendo esta situación más por casualidad que por convicción. Los
lobos se han quitado la careta y aúllan a caperucitas en las esquinas. Que
hagan lo que tengan que hacer, que lo mismo haremos nosotros. Que acepten las
reglas si quieren entrar en este baile de espejos e identidades rotas.
Comentarios
Publicar un comentario