Mi rianxeira
Desde Galicia vino a Asturias para iluminar días lluviosos, de esos que aquí nunca faltan, con su sonrisa y con sus ojos. Para presumir de sus hijos y de los nietos que vendrían; de su estilo al salir y al entrar a la peluquería. Coronada gran chef con bizcochos y frixuelos; sin olvidar los percebes, cortesía del abuelo. Si dejaba marcas de carmín en las mejillas que besaba, con un pellizco cariñoso hacía como que las borraba. Cada fiesta de guardar, de guardar en la memoria. Nochebuenas en familia, cenas que hacen historia. Visita obligada a la Esperanza en cada procesión del Nazareno; pequeños subíamos con el farolillo y con la mejor cara de buenos. La familia ahora mantiene tu legado de sonrisas. Con costumbres, con amor, sin pausa pero sin prisa.