Delirios de verano

A veces invento, pero otras veces consulto fuentes fiables. En este caso me lo ha dicho una pajarita; la pajarita que, anudada a tu cuello, comprime tus palabras dotándolas de ese aire frágil y delicado.
Me ha pedido que te escriba una canción de amor propio, para que aprendas a quererte como yo te quiero. Me ha sugerido que te acaricie el salitre. Me ha rogado que te quitara los cientos de pájaros que tienes en la cabeza. Me ha recomendado que te llene la chistera de sonrisas y sorpresas.
Y me ha aconsejado que confíe, en todo y en todos. Que me fíe de aquellos a los  que todavía no les ha llegado su San Martín. Que confíe en los que castigan a los demás y se indultan a sí mismos. Que me fíe incluso de aquellos que condenan el silencio pero censuran las palabras. En definitiva, que me deje mecer por el movimiento rotatorio del eje podrido terrestre.

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