Te invito
Si quieres comerte el mundo, hazlo: moja pan y rebáñalo, chúpate los dedos o repite, pero no te quedes con hambre de más. Queda prohibido que te quedes con hambre de querer, porque lo mejor es querer hasta saciarse. Quererse a uno mismo en las buenas y en las malas, querer a los demás como a uno mismo, querer a alguien más que a nadie... Querer sin temor a no ser querido, porque esto del querer no es como los cumpleaños ("A éste no le invito, que él no me invitó. Y a éste otro sí, pero porque me invitó al suyo") . Dejarse querer por quien quiera e intentar hacerse querer por quien se muestre reticente. No te quedes con hambre de decir, porque las palabras no dichas siempre se envenenan . Se quedan pululando por tu conciencia, pidiendo a gritos mudos salir en el momento más inoportuno, habitando las paredes de tu habitación... Por un momento, no tengas pelos en la lengua ni vergüenza en el paladar; grita a los cuatro vientos lo que tan hondo te ha calado y, si nadie te esc...