Quizás te busque y no vuelvas jamás, es estupendo ser vulgar

Luce la rutina con una sonrisa de oreja a oreja, manteniendo la calma a los ojos de los demás mientras las paredes se derrumban. Cada día es un déjà-vu y cada paso que da parece afianzar la seguridad que tanto le ha costado conseguir.
Sin embargo, una noche cada mes, decide guardarse las formas en la chistera y salir a quemar las balas que le quedan. Elige los tacones más altos y el vestido más corto, pensando que tal vez así consiga llegar más alto, creyéndose protagonista de su propio corto. Se acerca a la barra del bar y pide su primera copa: dos piezas de hielo, una rodaja de limón, medio vaso de ginebra y medio de limón. Y se aferra al vaso para evitar escuchar las adulaciones, igual que se aferra a su puesto de trabajo para evitar pensar cuál es su puesto en la sociedad, del mismo modo que se aferra al humor para evitar los días grises...
Se deja llevar al son de la música, bebiendo y charlando, riendo y bailando, hasta que una vieja imagen le viene a la mente. Quizás la ginebra le ha hecho recordar, y repite para sus adentros "¿Por qué no volviste a llamar?", en busca de una nueva respuesta que no le haga sentirse culpable. 
Pero pasa la noche y las dudas desaparecen disueltas en alcohol; desaparece el carruaje para convertirse en un taxi cochambroso que la llevará de vuelta a la monotonía. Desaparece la posibilidad de tener el amor que siempre quiso y aparecen de nuevo el trabajo, las facilidades y los compromisos que cualquiera querría tener, cualquiera menos ella...

A unos cuantos kilómetros, esa misma noche, él se termina media botella de ron (algo así como un ritual de macho alfa antes de salir a la caza). Mientras ella bebe los vientos por él, él se bebe los labios de alguna víctima de sus halagos y su zalamería.
Ya se ha colgado su primera medalla, así que decide tomarse el resto de la noche con tranquilidad. Se junta con su  manada y van a un pequeño local a destrozar canciones de Sabina a medida que aumenta el nivel de alcohol en sangre. Y ninguna canción le recuerda a ella; porque ya lo hicieron en su momento y no hubo suerte, porque la música es demasiado buena como para permitir que ella se la joda, porque ha aprendido la lección a base de palos.
Pasa la noche entre risas y pastillas, entre silencios y gritos, hasta que llega la hora de la retirada, la hora de sentarse un rato en la arena a escuchar el oleaje y ver las gaviotas pasar mientras el tímido sol libra una batalla con la luna. Ni siquiera en esas ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador echa de menos, aunque sea un poco, la sola presencia de aquella historia que pudo ser pero no fue... o tal vez sí.

"El amanecer me sorprenderá
dormido, borracho en el Cadillac [...]
Y dice la gente que ahora eres formal
y yo aquí borracho en el Cadillac."

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