El amor en los tiempos de la corrupción

Acabemos con esto cuanto antes. Asumamos que se nos corrompió el amor de tanto usarlo. Evitemos juicios y declaraciones que no llevan a ninguna parte. Busquemos vacíos legales y excusas que demuestren nuestra inocencia a los ojos de la gente.

Devolvamos todos y cada uno de los besos robados. Pidamos un crédito si es necesario para no dejar pendiente ninguna deuda afectiva. Borremos cualquier rastro de los paraísos fiscales donde escondimos nuestro amor. Anulemos las tarjetas de San Valentín y expliquemos con lujo de detalles para qué y bajo qué circunstancias fueron utilizadas. Renunciemos al puesto que ocupábamos el uno en la vida del otro y tiremos de agenda para encontrar otro lugar.
  
Dejaré que seas tú el que dé las explicaciones, para borrar cualquier mancha de sospecha sobre mí. Te harás el loco cuando te pregunten por los pagos en negro, pues lo verdaderamente negro es nuestro futuro juntos. ¿Comisiones? Eres un experto en comisuras y en vacaciones en Comiso, pero nada de comisiones.

Pidamos perdón fingiendo arrepentimiento y todo quedará solucionado. Al menos, eso es lo que he podido aprender de los periódicos. Las cosas volverán a ser como antes cuando un nuevo escándalo ocupe las portadas. Volverán ricos nuestros bolsillos y pobre nuestra moral, pero ya encontraremos la forma de apagar la voz de nuestra conciencia a la hora de dormir.

"Pero no veo ángeles aquí en la ciudad,
ni de reojo, ni por asomo, ni oigo coros celestiales,
ni siento el aliento necesario para poder gritarlo alto."

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