Cronología


No suena su canción en el rompeolas,
dice la gente que ahora es más formal
y anda por las calles regalando las rosas
que en la vieja Toscana no me quiso comprar.

Al verano siguiente nos cruzamos,
me preguntó si aún le recordaba
sin trombón ni bombín, con sabor a tequila,
con una memoria que otras historias bailaba.

Nunca me compuso una canción,
tal vez solo merezca un par de estrofas,
tal vez le llame por su nombre y apellido
pero sea otro el que responda.

Le quise como a ninguno
y él me quiso, pero distinto,
jugándomela con las ganas,
apagando mis instintos.

Tenía cinco minutos libres
y quisimos querernos un rato,
acabamos riéndonos por los suelos,
dos locos demasiado sensatos.

Su risa era la de una hiena
y su acento, duende y arte.
Con inocencia y sin rodeos:
“me muero de ganas por besarte”.

Jugamos durante tres días
a contar las palabras con los dedos,
salpiqué de flores su camisa
y al día siguiente volvimos a vernos.

No tuvo apenas palabras
ni yo quise armarme de paciencia
mientras me hablaba de Wittgenstein
o de la agricultura de subsistencia.

Fue un visto y no visto,
un misterio con sombrero,
una barba frondosa,
un hoy sí, pero mañana ya no quiero.

Lo conocí y perdí trenes,
pero el tren volvió a juntarnos
y bebimos y bailamos
y se me pasó el compleanno.

Fui pirata sin ron,
un número tachado en la agenda.
Si se avecinan cambios,
que no lo duden, que vengan.


"Aves de paso,
como pañuelos cura fracasos."

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