Abrió una tarde aquella caja de pandora (XIII)
Tuvo que ser un desconocido el que rescatara de nuevo nuestra historia. Me dijo las cuatro cosas típicas que yo nunca me había atrevido a decirte, sin más. Las dijo y desapareció, sin saber que había abierto de golpe y porrazo nuestra caja de pandora. Releyó en voz alta nuestra historia, esa que otros callan. La de los restos de amor marchitos en corazones ajenos. La de las guerras de miradas. La que nos tenía contra las cuerdas. La de tu nombre y sus espinas. Aquella en la que los silencios solo son ese lapso de tiempo en el que nos atrevemos a decir la verdad. Me dijo que enamorarse no debería de ser nunca un error y venían a mi cabeza todas las mentiras que no quise ni quiero juzgar. Pero también recordé aquellos momentos en que dejabas en pausa tus obligaciones para hacerme reír a carcajadas. O cómo te convertiste en un experto en desaparecer, aunque ni tú ni yo tuviéramos la culpa. Y me asaltaron los monstruos del deber, las alianzas enemigas,...