Abrió una tarde aquella caja de pandora (XIII)
Tuvo que ser
un desconocido el que rescatara de nuevo nuestra historia. Me dijo las cuatro
cosas típicas que yo nunca me había atrevido a decirte, sin más. Las dijo y
desapareció, sin saber que había abierto de golpe y porrazo nuestra caja de pandora.
Releyó en
voz alta nuestra historia, esa que otros callan. La de los restos de amor
marchitos en corazones ajenos. La de las guerras de miradas. La que nos tenía
contra las cuerdas. La de tu nombre y sus espinas. Aquella en la que los
silencios solo son ese lapso de tiempo en el que nos atrevemos a decir la
verdad.
Me dijo que
enamorarse no debería de ser nunca un error y venían a mi cabeza todas las
mentiras que no quise ni quiero juzgar. Pero también recordé aquellos momentos
en que dejabas en pausa tus obligaciones para hacerme reír a carcajadas. O cómo
te convertiste en un experto en desaparecer, aunque ni tú ni yo tuviéramos la
culpa.
Y me
asaltaron los monstruos del deber, las alianzas enemigas, los testigos del
dolor, la ambición y sus precios no negociables. Me vi envuelta en crímenes no
resueltos, con el arma homicida en la mano y la coartada temblándome en los
labios. Tú me ayudaste cubriendo mis mentiras y evadiendo las preguntas,
haciendo como si nada hubiera pasado.
Ojalá
bastara con actuar como si nada hubiera pasado. Ojalá todo fuera tan fácil como
no volver a pisar los sitios que compartimos. Ojalá los recuerdos y las heridas
se quedaran allí y no volvieran. Pero no fue así y nada salió como yo
pretendía.
Rebobiné la
cinta hacia atrás, justo antes del momento en que me arrepentí de haberme
enamorado de ti y que tú no sintieras lo mismo. Antes de que todo el mundo te
traicionara pero tú siguieras fiel a ti mismo. Cuando aun no nos había
sorprendido la mala suerte con un pan debajo del brazo.
Me habría
quedado allí, en ese pasado reciente, toda una vida. Te habría dejado llevar el
timón, convencerme con susurros, esconder nuestra verdad. De saber que el
futuro seguiría esta tendencia engañosa, habría soltado antes las ganas que me
llevaban a tu escalera.
Ese futuro
en el que otros acabarán con mi tragedia mientras tú te bebes la ciudad. Ese
tiempo en el que no te gritaré mis secretos hasta quedarme sin voz y nuestras
penas se ahogarán en charcos. Ese cuándo en el que se me vendrá el mundo encima
y acabaremos ayudando a quien menos lo merece.
Pero el
futuro incierto es algo lejano y solo sé que quiero el presente contigo. Que
los dos tenemos claro el qué y tu cómo siempre llega a tiempo. Tal vez no de la
forma más correcta o menos dolorosa, pero siempre puntual para rescatar a mi
perdida intuición. Mi intuición que se desarma cuando apareces y me miras de
una forma que no sé si me estás matando o me estás dejando vivir.
"Every morning when we wake up and our lips meet
You know I'm thanking the lord for blessing you with hockey teeth."
You know I'm thanking the lord for blessing you with hockey teeth."
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