Lo siento, no te puedo olvidar

Puede que no sea la primera que aprecia esos detalles que desprenden aroma a elegancia sin empalagar, del mismo modo que alguien como tú emite leves destellos de encanto sin enceguecer. Probablemente no sea la última que admire tu exquisito gusto musical; no exclusivamente por su selecto contenido, sino por todo lo que una canción es capaz de transmitir y evocar.

Efectivamente, puede que no sea ni la primera ni la última. O puede que, sencillamente, no sea. Puede que no sea nada más que una quimera; puede ser que mi imaginación juegue conmigo y contigo. Puede ser inútil la esperanza de construir un hogar junto a ti; tal vez sea casa y no hogar; tal vez sea otro y no tú.

Mientras tanto, cansada de que todo lo que quiero que sea pueda no ser, busco otros caminos. Busco alguien que me haga ser un buen plan de sábado a las cinco, o a cualquier hora, o cualquier día... Busco alguien que me deje con las palabras en la punta de la lengua y con la miel en los labios, porque hasta la tercera no va la vencida. Busco alguien sorprendente, aventurero e imprevisible.

Y puede que pase el tiempo y nos encontremos en la vorágine de la ciudad, despidiendo la noche. Tal vez entonces te hable como a cualquiera, como a uno más; quizás bromee con lo elegante que estás, difuminando la verdad tras una breve carcajada. Puede que el entusiasmo de nuestra conversación se asemeje al mostrado en mi conversación con el taxista cinco minutos después. Tal vez creas que perteneces al cajón de los olvidados; quizás nunca descubras que, para mí, el olvido no va contigo.


"Dime por qué estas aquí, 
qué recuerdo quieres extinguir.
Te van a lobotomizar, 
la enfermera empieza a conspirar."

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