En una noche cualquiera

Nueva York. 11 a.m.
Bebo un vaso de agua tras otro, intentando calmar el sabor amargo que inunda mi boca. Al otro lado de la ventana, la lluvia cae sin descanso y la niebla apenas permite distinguir sombras y siluetas.
Niebla tan densa como la que ocupa mi memoria, que intenta sin demasiado éxito reconstruir la noche de ayer. 
Y entonces aparece en mi mente ese bar que me recordó al MacLaren's. Y pienso qué hacía una chica como yo en un sitio como ese. Y me acuerdo de aquella sonrisa. Y de aquella chaqueta napoleónica. Y de sus zapatos ingleses. Y de aquella competición en cuenta ajena. Y de los rayos de sol reflejándose en la persiana que cerraba el bar. Y de la lluvia que protegía al sol. Y de su paraguas que me protegía a mí. Y de su "I'll call you". Y de cómo me lo creí...


¿La verdad? No sé si la noche de ayer fue lluviosa en Nueva York. No sé si en el cruce de la 5ª con la 23ª una chica se encaprichó de la elegancia de un Frank Sinatra. Ni siquiera sé cómo va eso de intentar hacer el puzzle de la memoria.
Lo único que sé es que el calor madrileño no me dejaba dormir y, en semejante estado, el aire acondicionado parecía rogar que escribiese algo.


"Don't you know, you fool, you never can win?
Use your mentality, wake up to reality."

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