Cuando al punto final [...] no le quedan dos puntos suspensivos

Amanecimos con la ropa del día anterior, pero con la mitad de lucidez. El botonier caído de la solapa, las perlas del collar repartidas por el suelo de la habitación, el discurso en la papelera... Nada estaba ya en su sitio, pero tampoco nosotros lo estábamos. 

Salimos a la azotea con un par de vasos de agua con hielo y una vieja manta de cuadros. El sol comenzaba a colorear los tejados de pizarra pero no se llevaba el frío. Entre trago y trago, prometimos no volver a beber ni a decir la verdad. Nunca. Bajo ninguna condición.

-¡Qué obsesión tienen todos por saber la verdad! - gritaste mientras vaciabas tus bolsillos en busca del último cigarrillo -. Siempre he intentado ser sincero y mira dónde me ha llevado. Todavía estoy recogiendo los pedazos que me quedan, tratando de llevarlos a algún lado, de llevarme a mí mismo a algún sitio. Ni siquiera..
- No seas exagerado - te interrumpí -. No son las mejores vistas de la ciudad, pero tampoco están mal. ¿Tan deprimente te parece este plan?
- Sabes perfectamente lo que quiero decir. Aquí y ahora, está todo bien. 
El problema vendrá mañana; bueno, hoy - corregiste. Cuando lo que quede de este rato sea el olor a tabaco y el dolor de cabeza. Cuando me quite este ridículo esmoquin y vuelva a ser yo. Cuando ya no queden excusas para... 
- ¿Para qué?
- Nada, da igual. Prometimos no decir la verdad - dijiste evitando mirarme.
- Ya estás haciéndote el interesante, siempre haces lo mismo. Déjate de misterios y cuéntamelo, sabes que puedes confiar en mí.
- Viene de serie con el pack de escritor novato. "Uso abusivo de los puntos suspensivos" creo que lo llaman.

Y en eso quedó todo. En sus pensamientos, en suspensos, en sus penas, en suspense, en puntos suspensivos...



"Don't pay no mind to my watering eyes.
Must be something in the air hat I'm breathing"

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