Hay tantas cosas por hacer que hablar es a veces innecesario. Basta con querer hasta más no poder. Habitar el uno en el otro, habituarse el uno al otro, hospedarse uno en la mente del otro, para siempre. Hacer como que no existe nada más, hacerse los locos, hacer oídos sordos al resto del mundo y, juntos, hacerse de oro sin tener un centavo. Hacia ningún sitio ir que él no vaya, hallarse irremediablemente feliz y no tener más que hambre del otro, de su tiempo, de su espacio. Héroe solo hay uno; la única herramienta que te arregla, por el que tu sangre hierve como volcán. Por el que surcarías la hidrosfera; llueve, nieve o truene; lo que sea antes de que se te hiele de nuevo el corazón. Hierba en la que tumbarse, a ver pasar las horas, sin más óxido que el del hierro de aquel candado, recuerdo de su historia y de tantas otras. Hogar es donde estamos juntos, viendo las hojas caer; teniendo un hombro sobre el que llorar, sob...