H-amor se escribe con hache

Hay tantas cosas por hacer que
hablar es a veces innecesario. Basta con querer
hasta más no poder.

Habitar el uno en el otro,
habituarse el uno al otro,
hospedarse uno en la mente del otro, para siempre.

Hacer como que no existe nada más,
hacerse los locos,
hacer oídos sordos al resto del mundo y, juntos,
hacerse de oro sin tener un centavo.

Hacia ningún sitio ir que él no vaya,
hallarse irremediablemente feliz y no tener más que
hambre del otro, de su tiempo, de su espacio. 

Héroe solo hay uno; la única
herramienta que te arregla, por el que tu sangre
hierve como volcán. Por el que surcarías la
hidrosfera; llueve, nieve o truene; lo que sea antes de que se te
hiele de nuevo el corazón.

Hierba en la que tumbarse, a ver pasar las
horas, sin más óxido que el del
hierro de aquel candado, recuerdo de su
historia y de tantas otras.

Hogar es donde estamos juntos, viendo las
hojas caer; teniendo un
hombro sobre el que llorar, sobre el que reír; mi
homólogo en estos asuntos, mi otro yo.

Hoy tú eres donde quiero estar y me 
horroriza pensar en estar sin ti, más que salir de Madrid en
hora punta, más que el calor de este
horno que algunos llaman sol de verano.

Huir contigo sin rumbo, escapar de la
humillación de vivir en un mundo sin
humor, donde cualquier 
hatajo de tramposos ganan el juego.

Hecatombe inevitable es el momento en que se acaba;
hecho trizas, deshecho, consumido, apagado,
helado y frágil, víctima de otro invierno. Tan solo deja un
hueco, que no es vacío ni es nada más que 
huelga de tus besos.

Hiere mientras se marcha, mientras los
hemisferios se debaten entre dejarte ir o dejarme llevar.

"Todos buscáis a esas personas, a las que os llenan;
para poder vivir juntos, porque el amor es eso, nena: 
envejecer sin darse cuenta, seguir viendo con veintidós añitos 
a quien tiene ya los cuarenta."

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