Palabras rápidas, como cuchillos

Te dije que hablar de echarnos de menos era hablar de más, que a veces uno no tiene tiempo para echar de menos o ganas de demostrarlo. 
Te dije que tarde o temprano desaparecerías y fue tan temprano que ya no estabas allí para escucharme; tan pronto que el sol aún no había relevado a la luna, tan rápido que aún no me he acostumbrado a tu ausencia. 
Aunque te rogué que te quedaras, te esfumaste como polvo en el aire. Pero se quedó tu perfume, a pesar de que le pedí de buenas maneras que se marchara y me abandonara de una maldita vez.
Te dije que no prometieras demasiadas cosas, que no te las dieras de héroe; pero quisiste saltar sin red y el subidón de adrenalina cesó cuando chocaste contra el suelo.
Te dije que no iba a entrar en tu juego de siempre, pero insististe en jugar a hacer conmigo una excepción. Siempre te ha gustado marcar las diferencias: ser la excepción que confirma la regla, el original entre las copias, el cordero entre leones...
Te dije verdades como puños, flechas destinadas a hacer centro en la diana, palabras sabias a las que hiciste oídos sordos.

Pero también te quise decir palabras de más y acabé engañándome a mí misma.

Te dije que cambiarías, que todos lo hacemos; que serías incapaz de conservar ese brillo; te dije que no me giraría a mirarte cuando pasaras a mi lado, que no te analizaría de arriba a abajo, que no me patearía la ciudad por ver cómo y con quién vas. Te dije que no me iba a enamorar como una rubia del montón. Te dejé claro que no eras el más guapo del mundo y que, algún día no muy lejano, dejarías de ser más guapo que cualquiera.
Te dije que ninguna canción tiene dueño y que ninguna me eriza la piel. Te dije que no era un nudo en la garganta, sino mi forma de ignorarte sin dirigirte la palabra.
Te dije que volverías a volver, pero volviste a irte. 
"Yo no quiero que nadie cargue conmigo.
[...] Yo no quiero tentar la suerte contigo.
Yo no quiero que tú te enganches conmigo."

Comentarios