Famiglia


Me ha llevado mucho tiempo y esfuerzo pero, al fin, tras 14 años de vida colegial, he aprendido a encontrar color en esos cubos grises de hormigón que algunos llaman techo. Y es que no existirán días grises mientras haya un artista dispuesto a darles color, alguien que te arranque una sonrisa al entrar en la galería o que provoque la risa general en medio de una tediosa clase.


No puedo evitar sonreír al ver a esos locos bajitos correteando por el patio con los mandilones de cuadros blancos y verdes, cuyo estilo es comparable al de la batamanta o al de la mismísima capa de invisibilidad de Harry Potter. He de admitirlo: soy una persona nostálgica, supongo que como todos aquellos que hayan tenido la suerte de tener una infancia feliz. 
¿Quién no querría dejar la PAU y volver a la tabla de multiplicar, o incluso cambiar los vestidos de gala por aquel lazo gigante acompañado de litros de colonia Nenuco?¿Y quién no prefiere leer Cuéntame Caracolito (libro que en mis manos no podría acabar un curso entero) que descifrar las idas y venidas de Pedro Páramo? Sí, echo de menos aquellos tiempos en que una mochila repleta de Playmobil o una caja de Legos eran suficientes para ligar, aquellos tiempos en los que romperse los brazos era admirable, aquellos años en los que peleábamos por salir a la pizarra (sí, cierto aunque suene irónico), aquellos años en los que me sentía una gran inversora al comprar un par de regalices por dos duros (literalmente)...


Pero el tiempo ha seguido pasando por más que me empeñara en rogarle para que fuera más despacio. Y al final nos convertimos en lo que somos, en gran medida, por nuestro entorno y por las personas que lo forman. 
Personas. Habéis oído bien. Por suerte, aún quedan algunos ámbitos de la vida (los esenciales) donde las personas no han podido (ni podrán) ser sustituidas por máquinas; ámbitos de la vida que mantienen vivos los valores más humanos, más sinceros.


Si tenéis suerte, puede que os encontréis con un grupo de personas que os hagan cambiar a mejor; un clan al más puro estilo Corleone; una famiglia cuyos miembros más honestos se defienden unos a otros con uñas y dientes. Una famiglia con la que compartir risas, llantos, sorpresas, responsabilidades, fiestas, carcajadas, cenas, lloros, despedidas, premios, castigos y una innumerable lista de actividades que, en compañía, tienen un sabor más dulce que amargo. 
Puede que no sea una familia al uso, una familia tradicional, pero precisamente esa heterogeneidad, esa mezcla y esas diferencias son las que hacen de ella algo mágico. Porque, aunque toque separarse y tomar distintos caminos, los que saben se quedarán con los mejores recuerdos y olvidarán los pequeños rencores, resentimientos y rencillas. 


Para acabar, quería mostrar mi desacuerdo con aquellos que aseguran que, en este momento, es cuando uno descubre quién merece la pena de verdad. Estoy segura de que todos y cada uno de los miembros de la famiglia son una pequeña perla sin pulir, un diamante en bruto; a partir de ahora, es tarea de cada uno conseguir sacar brillo a los demás y dejarse querer. 
Cada uno tendrá su grupo más afín, aquel que le ayude a desarrollarse como persona y sacar lo mejor de sí mismo. Tendremos que centrarnos seguir en contacto con este reducido grupo, dado lo imposible de mantener los lazos con todas las personas que desearíamos.


Eso es lo verdaderamente triste de esto. Solo espero, dentro de unos años, encontrarme con piedras preciosas, con personas brillantes por su interior, personas que han sido capaces de seguir adelante con este proyecto de famiglia que hemos iniciado.

Me despido con una recomendación musical.


"A year from here we'll all be gone,
all our friends will move away
and they're goin' to better places
but our friends will be gone away"




P.d. Aquí estoy para cualquier miembro de la famiglia que se sienta nostálgico y con ganas de recordar buenos tiempos.




Comentarios