Pongamos que hablo de Vetusta


Brilla el sol en mi ciudad
tras días de continuo orbayo
y, en el paseo de los Álamos,
la fecha de otro día más de Mayo.


Estatuas contra la delgadez
coronan calles y plazas;
cada noche se dejan querer
por borrachos que las abrazan.


Un pavo real cortando el paso;
una catedral mirando la ciudad por encima del hombro;
un joven, agarrado a su vaso,
buscando su personalidad entre los escombros.


Un sendero que conduce
a una estación de tren olvidada,
ruta que comienza en un parque
que de verano no tiene nada.


Bibliotecas que fueron palacios
y otras, escenarios teatrales;
Cúpulas en los parques
y recetas para todos los males.


Muy noble, muy leal,
orgullosa del azul de su bandera,
benemérita, invicta,
te tienden trampas sus aceras.


Heroica y buena.



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