Caminante no hay camino

Dejando atrás el óxido
y el veneno de la gran ciudad,
huyó del gran teatro de la urbe
y puso rumbo a ningún lugar.

El sol incendiaba el día,
tan inalcanzable, tan alto.
Se derretían las gomas de sus botas, 
fundiéndose con el asfalto.

Pero se acostumbró a aquella vida
y jamás volvió a la capital.
Encontró su hogar en el camino
y, en cada paso, un sorbo de libertad.

En cada persona descubrió un mundo,
una oportunidad en cada fracaso.
Dejó un pedazo de corazón en cada sitio
porque, sencillamente, estaba de paso.

Feliz aquél que, cual peregrino, disfruta cada paso del trayecto.
Feliz aquél al que le preocupan los demás, no su aspecto.
Feliz aquél que vive el presente y olvida el pluscuamperfecto.
Feliz aquél que hace de su vida su mayor proyecto.

Feliz aquél y felices también sean
los que coincidan con él, los que su magia vean.


Ya sabéis, "caminante no hay camino"



"Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar."

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